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Con las alas por bóveda



Con las alas por bóveda,
con sonrisa trémula y la niebla por iris,
con el lastre en cadena de una lánguida ausencia,
así lloras,
con la gota de sangre que en tus ojos se quiebra,
con la lluvia perpétua de quien sufre nostalgia
y no sabe, que el latir no se siente cuando no existe el alma.

Mas reniegas y niegas de tu propia natura,
y tiñendo de rojos tu oscilante envoltura,
más insistes y lloras...

Qué vacío el rincón donde exhibes tu duelo,
qué flamígero el luto cuando grita su ruego,
un arder en anhelo,
una llama entre cirios que derriten su cera
y derraman al suelo lo que calla la boca,
porque el eco es silencio, y la voz nunca implora.

¿Qué se escribe en la grieta donde el pábilo muere?
¿Cuales son esos clavos que te ahogan en llanto?

Con las alas por bóveda,
con los iris nublados,
con los labios cerrados,
en la última lágrima,
tu mirada me habla...

Lo sé, ya lo sé,
no hacen falta palabras,
lloras porque extrañas,
duele porque amas. (©Scb) 



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Dudas Vampíricas...Ser sin ser, sentir sin sentir.


Me enveneno con efímera esencia,
cianuro de rasgos humanos que aún invaden mis arterias,
esquirlas de unas memorias arrancadas a la vida,
de unos suspiros que jamás regresarán.

Rincones de pálpitos sensibles que duelen en mi eternidad,
la solitud, el lamento, el llanto que nunca jamás volverá,
la luz y su halo invisible recordándome que alguna vez fui mortal,
que alguna vez fui...y que ya nunca amanecerá.

Me retuerzo en la incomprensión de abandonarme a la sed,
de ser sin ser y morir un poco en cada ayer,
en cada lugar donde no he de volver,
en la esquina de los que somos niebla sin alma,
oscuridad pendiente del hilo sangrante de alguna perdida garganta
que, en desesperado grito sucumba para perpetuar mi no-vida.

Y soy...pulso sin corazón,
latente en la entraña de un abismo que no me cobija,
haciendo de mis alas coraza que difumine tinieblas,
bebiéndome tus gemidos como última gota de mi batalla.

Si la esencia de una lágrima me devolviera un resquicio de vida,
si tu llanto hiciera a mi solitud más compasiva.

Y de mi perversidad, lánguida y cruel, aún escapa la duda:
¿Podría llegar a sentir algo aunque mi alma repose muerta en la tumba?       (©Scb) 



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Una orquídea sobre tu tumba



Hoy he dejado caer tu memoria al suelo,
me bebí la última gota donde se escribía tu nombre
y después la entregué al alba.

Un amanecer hambriento te devoró
y al morir la tarde, con un temblor de párpados
me desperté y la solitud ocupó tu esquina.

Ahora la noche ulula con búhos que no saben de añoranzas,
nada queda y el llanto ha dejado de doler,
ya no llovizna en el umbral de los recuerdos
porque la mano, que era tuya, ha clausurado tu cripta.

Eres la última astilla a la que jamás regresaré,
me desprendo de tus cenizas y soy aire,
vuelo en el azabache nocturno que te vio morir,
me elevo y dejo resbalar una orquídea,
pétalos sobre tu tumba, sólo pétalos...y brumas.


Caído en la memoria de la ironía y testigo de mil espantos,
escuchando las pisadas de la gente sobre mi ataúd,
el sorbo de la soledad, de las palabras y mi llanto...

Ví morir al sol y a mis entrañas ser el alimento del ocaso,
me vi muerto también y temblando,
muriendo como siempre... a diario,
pero seguía despierto
y relegado a las aristas del fango.

Los gritos de la noche graznaron en el camposanto
y las remembranzas de un sueño negro
relampaguearon en mi cuerpo.

Dolía... aún duele... lo juro por el Diablo,
el regazo que me sabía, que me cubría... escondió sus brazos.

Y eso duele, duele tanto...

El sarcófago también está llorando.

Es amargo cuando la púa se te clava en los recuerdos,
los párpados supuran hiel por el olvido
y ceniciento el espíritu se va desintegrando.

Ví al aire enmudecer la sombra del firmamento
en el vuelo lúgubre de un vampiro que te ve morir
y se aleja... pasa de largo.

Una flor muerta... me está llamando.


Letra Ingrid&Dorian.



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Vampirología 1



He sido noctíerrabundo por centurias y no supuse osadía compartida entre mortales e inmortales para hacer frente a un Ser Originario.
Viaje incluso a través del Angulo Natural de la Opacidad siguiendo sus pasos y la muerte fue un obsequio recurrente para los Orbes y sus entes.
Compartí con él, en un horizonte remoto y anegado de soledades, miles de exterminios de los bastardos esplendentes.
Ahuyentar la intrepidez de los chacales del tiempo y el espacio no fue fórmula, sino sello.
Conllevamos alguna balada negra por los hombres e inhumanos que cabrioleaban en el Universo de los Horrores.

Y nunca hubo batalla alguna. Simple devastación a partir del Florete Nocturno de Rubal, la espada del Auspicio Sempiterno, el adminículo sangriento del Señor de los Cuervos.
Hoy la mostrenca audacia llegará a su fin.






La comarca de los crédulos en este momento está desértica y su hora apocalíptica se les avecina a pasos brunos y descomunales.

No hubo crepúsculo siquiera, el manto de las Tinieblas ha excluido al celaje tempestuoso, al obsceno y argentino satélite y a las ráfagas siniestras del viento.

El ambiente se ha pintado de la más absoluta tenebrosidad y de un solemne silencio.

Detrás de lo invisible, en la más álgida y perturbada imaginación, un espectro amorfo se intuye, el miedo con atavíos góticos y elegantes se aproxima. El vampiro más brutal de la oscuridad camina parsimonioso y confiado en la cerrazón. Su carácter naturalmente fiero y salvaje, adornado por esa mueca pavorosa de indiferencia lo haría lucir regio, si algo pudiera verse en él.

Ese sonido, esa resonancia, esa extraña reverberación acústica del infierno que se asemeja a la hinchazón y punción intermitente de cúmulos de niebla en el Gehena, es su inherente resuello de furor y de maldad. El pánico impuesto se le adelanta algunos pasos y hiere al entorno premeditadamente.

Los legionarios de la Dama Negra y de las cosas rosas, han sentido el derroche siniestro de su presencia y se contraen sus poros, sus pensamientos, sus denuedos…
Sus vértebras se han erizado en el arrepentimiento y la pavura…


Aquel desquiciante gruñido se escucha cada vez más cerca.



Tomaré mi lugar a la distancia, él me ha advertido y de acuerdo al desvió de sus infernales pupilas me prefiere ausente…

Me llama la atención su sorprendente espada ya desenvainada y la manera imponente de portarla. Es un monumento al terror. Yo mismo doblo mi cuerpo y me retrotraigo. No sería prudente que alguien más sintiera el peso de aquella visión.

Bueno, sé que los retadores ya están más muertos que vivos, pero se les adeuda una pequeña dosis de muerte…

No necesito artilugios de otra dimensión para hacerme testigo del cataclismo.
Disfrutaré la lección…



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Vampirología 2



Mejor les hubiera sido el olvido
Y la negativa a su venida al mundo.

Mejor hubiera sido el extravío de su concepción
Y que aquel, su día, se lo hubiera tragado la noche.
Y mejor también que aquella mismísima noche
Hubiera ido engullida por la suprema tiniebla.

Mejor les hubiera sido el no nacer
Y que sus dioses les hubieran escondido
En lo más recóndito de su pedestre regazo.

Mejor les hubiera sido desaparecer
Con la traición del primer resplandor
Y con su estúpida limpidez.

Que su miasma no vuelva a insultar
La extremada omnipotencia de la Nada
Y el magno caos de las sombras.

Que la nublazón se cierna sobre su mente
Y les estremezca un eclipse negro
En cada una de sus moléculas.

Que aquella osadía se les haga lúgubre remembranza
Y que les sean impenetrables los clamores de piedad
Y que se les maldigan todas y cada una de sus misericordias.

Que les maldigan las maldiciones malditas de todos los malditos
Y que despierten mil demonios para sujetarles de los intestinos
Mientras el Amo y Señor les provoca todas las heridas aún desconocidas.

Que proceda el Devorador de sueños y Señor de los Cuervos
Y masacre a toda esta aldehuela de forjadores de luces
y sembradores de putrefactas cosas violetas, azules o rosas.

Yo prepararé las mesas de sacrificio…
Y tal vez, inmundo, cismático y sacrílego
Hinque en alguna que otra garganta cercenada
O bien mis garras, o bien estos malévolos colmillos.

La Bacanal entre mortales y redivivos siempre me sienta bien. 



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Vampirología 3 (Primer acto Dorian)



Primer acto:
Respuesta a aquella que el temor te obligo a sellar:

"Cómo pudiste pensar…?

Que la jungla de tus visiones,
y tus sombras orondas en jauría
tras la loca hazaña de tus colmillos
conseguirían rebasar tu débil mente?

Epílogos erróneos…

Cómo la niebla se desgrana,
cómo la sangre en vertedero…?

Como versículos siniestros de una dama
que sueña poder asesinar al vampiro pionero.

Cuántos artífices de mi muerte siguen en la estrategia?
No serás primera en desear mi ocaso.
Tampoco la última en fenecer sin necesidad de magia
por tan sutil y agudo fin torpe y laso.

Ni sórdida capela,
ni tu falso réquiem ,
ni una negra estrofa;
ni inmortal zarzuela,
ni un sanguinis vadem
ni una maldita nota roja…

Consúmete entre cóleras y corajes.
que no me verás a escondidillas o forastero.

De donde me niegues soy
y desde donde pretendas persisto.

No me verás a tus pies,
ni en tus sepulcros.

Un vampiro de cepa y origen
no gestiona con anhelos,
ni con simples embrujos…

Cómo puedes engañarte así,
si tu conocías las tinieblas?

Cuida esa yugular,
bien podría arrancártela
con uno solo de mis pensamientos.

Y no fomentes tu animadversión
hacia mi estirpe endemoniada,
igual puedo extirparle el corazón
a cada uno de tu amigos … y no podrías hacer absolutamente nada.

No oses volver a provocar la densidad en mis palabras.

No puedes matar al asesino.
Nunca podrías.
Jamás podrás.
Deja de soñar y vuelve atrás.

Vuelve a ser quien nunca fuiste
y deja de ser lo que no serás."



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Vampirología 4 (Segundo acto Dorian)




Acto dos:
A tu interrogante lumínica:
(Lo cual comienzo a percibir como una contradictoria, falsa y lacónica apología a lo que deberías odiar… pero te comprendo… fuiste en algún momento, monda y mundana rama mortal)

“Con tu engendro de luz
Comienza a hervir la destrucción,
la palabra se esfumará,
todos caerán en el pozo de mi hastío.

Y yo, todopoderoso, haré nacer de vuelta la bruma, desde sus machacados huesos.

Cerraré sus embusteros cielos con un chasquido de mis dedos
Y la negrura total eclipsará su trémula mirada.
Les haré llegar clímax del desmoronamiento
en el estricto tajo de mi funesta espada.

Esto es lo que ocasiona el encandilamiento
de una sombra inmersa en la mentís del albor,
dama de las sombras que ahora fabrica haces adúlteros
con manojos de infieles flores
y cortejos enajenados por su chillante, estentórea voz:


La muerte grande. El deceso virtual.... les sobrevendrá.

Hubo una advertencia
y una sonrisa hipócrita
surgió de quien se supone
era el símbolo y reflejo de la nube negra y la seriedad.

Un nerviosismo extremo que en un vampiro no va…

Y esa comitiva escoltando
y escoltándose en la mofa
es un asunto inmoral
con tendencia a lo grotesco.

Por supuesto es entendible, la mortalidad es fétida, agreste y corrosiva.

No observar,
solo ver hacia adentro,
hacia la pureza de la oscuridad.

Aún puedes salvarte y salvarles…

Párpados hundidos, no hagan secuelas de luz
en lite y cenagosos… les esperan los infiernos.

Esto es el revoloteo y el espasmo.
El miedo avanzando desde sus entrañas.

El retorno al exiguo pensamiento
y al sarcasmo sin reflejo.

Son las primeras señales del hastío.”



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Vampirología 5 (Tercer acto Dorian)



Tercer Acto:

Exhortos

"Por la sumatoria de todos los negros galardones y potestades que el hacedor de las Tinieblas me ha conferido por ser mi hermano de origen, por el honor de portar la más antigua sangre refutante y de pureza infausta, hago mi votos a la masacre, a la hecatombe y a la sanguinaria desaparición de la fémina-sombra-némesis y su cortejo de rústica iconoclastía y zalamería redicha.

Me autocongrego en soledad para pronunciar la invocación del salvaje espíritu de la Nada y de mis congéneres siniestros catapultados a los universos del aborrecimiento y del desprecio.

Yo lanzo este alarido a las márgenes de Aradia y a los siete abismos, a todas las simas infernales y a las aguas oscuras y pestíferas del olvido.

Que los aires acompañen mis gritos incendiados en la furia con el aullido pavoroso de la bruma.

Que el pavor les venga a los detractores en el espinazo y que todos los siglos pasados y pesados en sangre inocente toquen sus ínfimas fibras trémulas.

Escuchen la voz inmortal y sufran el colapso irremediable de sus vacuas arterias.


Invoco al Dueño del Silencio Atroz… Vahang Cthulk Antheus, tu hacedor Ingrid.

Invoco a la Eterna y Retorcida Durmiente Negra… Enlith.

Invoco al Carnicero Devorador de la Mentira del Tiempo… Delhi

Invoco a la Gran Sierpe del Horror Colindante… Dissa

Invoco al Monstruo Maldito de Mil Reflejos… Volhg

Invoco al Amo y Señor de los Cuervos y la Muerte… Yo mismo: Dragul

Les invoco para departir funestamente por la sangre impía a punto de derramarse en este sitio virtual.

Escuchen la sentencia:
La ley inmortal requiere el deceso inmediato por decapitación de aquellos detractores del Vampiro Primigenio. Por esa misma ley medioeval se establece la oportunidad de ofrendarse libremente a la cercenación.

Esperaré un sólo día su soberano sacrificio.


Después, la muerte realmente dolerá…



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Vampirología 6 (La matanza de Dorian)





Me persiste una idea.

Veo a unos críos buscando el amparo en el regazo de su madre.
Veo una desatinada escena familiar en la que los infantes corren a guarecerse entre los miriñaques de su progenitora…
porque el hombre malo está muy cerca y saben que ya los ha observado…
porque saben que el vampiro siniestro ha percibido el miedo que les corroe las entrañas y les provoca gordos lagrimones de aprensión…
porque saben perfectamente que cerca de su madre morirán igual, pero se conforman en la razón de que será una muerte que al menos, les tocará juntos…

Sus deleznables argumentos coloridos y resplandecientes de siempre…

Este pensamiento es un desafío a mi cualidad de impío y protervo. Para ser cabalmente perverso, la idea me excita. Es para mi una oportunidad ominosa tomar brutalmente la vida de los párvulos frente a la presencia exánime de una Dama de las Sombras sometida por un simple acto y pensamiento… la rúbrica con la punta de una de mis garras en contacto directo con el dije o relicario que lleva en su garganta y que guarda en Rubal, la sangre de Antheus, el precursor de las Tinieblas. La fusión espiritual de los genes de la Lobreguez desfallecerá momentáneamente a la Señora Vampira y podré entonces masacrar con suma libertad a sus retoños.

Debo aclarar que lo excitante no es asesinar a las criaturas, sino hacerlo frente a la mirada impotente de su tutora.


Niñito 1
Ante la pifiada brillantez de tu mente, serás irremediablemente amado por esta espada. Mis decapitados no renacen ni como ángeles, ni como despiadados. Mueren para siempre. Muere entonces.


Niñitos 2 y 3
El único aire fresco y aporte extraordinario fluye viscoso y carmín desde el abismo impuesto por mi Espada y que sus cabezas, aún pulsantes, miran sorprendidas al rodar por el suelo.


Niñita 1
Te contaré un cuento:
Hace tiempo una dama fue convertida por el Gran Maestro de las Llanuras abandonadas en el Infinito Negro y ella , llamada Mentira, se configuro traición al ser subyugada nuevamente por la aberrante sensibilidad mortal. Ella fue juzgada desde antes de todos los tiempos y ha pagado cien veces su defección. Y se ha creído pesadilla, y se ha concebido pasado, presente y futuro… y no ha sido otra cosa que una lección. Su historia es la de siempre, alguien viene, muere y se le olvida.

Ahora cuenta:
Mira cómo se aproxima mi espada a tu cuello. Aletargaré tiempo y espacio para que disfrutes tu propia muerte y sientas a conciencia el seco golpe a tu carne, a tus arterias y a tus venas. Haré que escuches la tormentosa precipitación de tu olvidada savia carnal y el desmembramiento de tu olvidado cráneo.

Tú, estás señalada para el eterno olvido.


Niñito 4
Derramarás sangre desde tus cuencas y tu cuerpo será limpiabarros para esas lágrimas amancilladas. No sabrás jamás quien separo tatema y torso de tu fantasía inmortal.



Niñito 5 enigmático
Tu deber, el que yo te señalo y prescribo es no perecer de inmediato. Tu cumplirás mi capricho de complacencia en la deletérea ruina de sus carótidas. Por eso mismo tomaré un breve instante para exponer elementos que quizás ni comprendas pero que me divierte hacerte y hacerles saber (Quiero hacer hincapié en que no has dejado de sufrir el dolor más severo y jamás imaginado. Una de mis garras ha penetrado tu garganta y hace ralentizadamente una profunda incisión en redondel procurando el paulatino desgarre de todos y cada uno de tus órganos faríngeos… pero el incendio en mis garfios funciona a su vez como un yugoestimulador para que no desfallezcas y te dilates y contraigas a pesar de que tu voluntad ya no lo quiera. Morirás hasta que yo lo dictamine)

Por qué no hago atención alguna a tus insignificantes varitas mágicas, katanas ancestrales, tus cuchillitos y enseres de cocina plateados, tus endebles manos, tu zafia mascota, tu encomienda Yoshiniana?

De qué te servirían las superfluas artes guerrilleras y tu dominio de cursilinezcas ballestas Cupiterianas… si no lucharás contra nadie? No hay manera de que comprendas, pero no estarías enfrentando a la simple transparencia, al nulo reflejo, al vuelo de un ave, a la capa y albornoz.
Es como creer en los ajos, en las estacas, en los escapularios, en las cruces gamadas, en el agua inaudita. Nada de eso funciona con tu opresión apesadillada.
Necesitarías ser un inmortal de estirpe original para comprender la totalidad de pensamientos y potestades de Dorian: Mimetización, multiformismo, teletransportación, animalidad, fuente imperecedera de energías negras, suplantación, dominio completo de la vida y la muerte, invisibilidad, concreción de la idea y la fantasía, señorío e influencia sobre los elementos, distorsión de dimensiones y todos los etcéteras que supongas.

Me parece que eres el niñato consentido de la Dama y por ello pagarás con creces. Antes de que retire mi garra de tu degolladero sabrás que esta espada no es un simple artefacto asesino y decapitante, es la extensión de mis influencias físicas y mentales… y mi veredicto supremo de muerte…

La contemplación del sufrimiento de la vampira por tu deceso es un incentivo a mi espíritu malévolo para dejar en tus entrañas la simiente implosiva de un poco de mi energía oscura. Está siendo definitivamente desintegrado tu enigma.

De nada sirvió apartarte. Muere crío y sufre Ingrid.

Niñita 2
Ya que lo solicita tu egocentrismo dejaré para tus memorias una imagen infernal: Sin permiso alguno tomaré del cogote a tus poemas y cercenaré su letra. Lo mismo sucede con tu cabeza y tu talento. Eres canica desangrada en el suelo.

Niñita 3
Tu tierno desenvolvimiento me pone fúrico y exasperado. Nunca supe de qué lado estabas, pero eso no importa. El entendimiento, la comprensión, la piedad y la clemencia no serán para ti. Querrás perder tu vida apostada en alguna mesa de inmolaciones y sentir el acero de mis perversiones en una monda sajadura final. Pero no será así por tu pecaminoso modo de actuar excesivamente candoroso. Admitir aquella centella fue tu perdición. Sufre entonces el máximo dolor con una espada que cumple su débito en guillotina y que al escindir tu garganta estruja tus venas y exprime tu respiración… Ahí nace una imagen perturbadora. Una explosión en tu gollete se ha convertido en una fuente floreada y desangrante. Ríos púrpura descienden por tu cuerpo y se los bebe el Tártaro.


Niñito 5

















Bu!

(Quien no crea que aquel ha muerto ahí, entonces no entendió nada de nada)

Niñito Bennu.
Ya cállate lambiscón... y muérete de una vez por todas.
No necesito vejigas para nadar y ni siquiera nado. Asesino soy y no tu nana.
Tu suerte es el desmembramiento. Tus partes serán tiradas en los siete vértices.


Niñito 6
He generado para ti una ilusión. En el firmamento se ha conformado un espectáculo con cientos de cuervos aparejados, quienes en torbellino imposible reproducen la silueta de un solo grajo descomunal. Este se adosa lentamente al lugar de la matanza y va descendiendo. En el momento en que sus zarpas quieren tocar el suelo, surge impetuosa la Espada Rubal y le degüella atrozmente. La dispersión de pajarracos cumple otra visión, es una pringue sustancia negriroja que al tocar la tierra retomaría tu forma virtual y humana… pero no será así tampoco. Esta vez en un despliegue instantáneo habré separado la mirada absorta de tu cuerpo y tu grito desesperado se apaga en la caída de tu cabeza.


Niñito 7
El aire mismo tomará tu sangre. Me es obediente.



Niñito 8
Volviste a tu guillotina. El terror no nació contigo. Muere eternamente en ti.
No serán esta vez los 21 de antaño, pero igualmente estás condenado con estos niños por tu fisgoneo y curiosa intrusión virtual a la sobredosis de muerte.


Niñita 4
El territorio es marcado tu mausoleo,
y socavón.
Tu guerra no es otra cosa que tu muerte
Y tu lirismo, tu destrucción.

No hay susurro del viento que venza al Amo.
No hay defensa ante el Señor.
Hay sangre en terreno yermo
Y tu eres la conclusión.


Tengo un obsequio para ti:
Una muerte inmediata:
Mis garras desgarrando tus entrañas y tu garganta.
Mi espada en tu corazón
Y mi pensamiento destrozando tu alma.




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Soliloquio Vampírico


¡Ah! Cómo gotea la noche infecta en solitud,
con su lluvia de silencios y dudas.

Ya he golpeado, impaciente, dos veces la piedra,
ese mármol inerte que nace muro bordeando la silueta,
fantasmal y etérea de esta morada mía, cansada de tiempos muertos.

¿Hasta cuando he de ser alimento de las horas?

Pienso...

Bajar las escalinatas dejando un rastro de sangre,
devorada por la premura de una nocturnidad alevosa,
premeditada en el secuestrar de este orgullo maquiavélico,
que insaciable, delira mientras fragua, cruel, la escena perfecta.

¡Qué vibren las alas! Mucílagas, espesas. Un zumbido,
el eco macabro que ha de preceder a la muerte,
tu...mi consecuencia.

Rodillas en tierra, genuflexión, imploración a la vida,
que soy de ti el Purgatorio y en breve...averno,
¿Dónde tus ángeles que no te escuchan?

Cuan frágil te intuyo sin esa luz que te ha abandonado,
a la sombra de mis sombras permaneces gimiendo súplicas,
mientras mis labios, gélidos rubíes, te reptan, sierpe sedienta.

Te beso, voraz, con la templanza de quien se sabe soberbiamente inmortal,
con el placer orgasmándome dentro al percatarme poseedora de tu último aliento,
con mis marfiles níveos horadando tu garganta....
y tu cálida sangre penetrándome dentro.

¿Qué ruego clamarás implorante entonces?
Títere del cual hilos penden timoratos en mis dedos,
usurpadores de tu exhalación final, colofón que me endiosa,
dueña de ti...¿Has de llorar, mortal, lágrimas que no entiendo?

Negriairada ánima, la mía, irreal; no perdono,
porque la sed es arrebato y lujuria que me enciende,
flama incandescente enardecida en la insaciabilidad
de ese, tu líquido vital que confirma mi existencia.

¿Conmiseración? Musitas casi en oración,
más no es innato a mi instinto la virtud compasiva,
que soy diablo en la tierra, súcubo y voraz fiera,
hambrienta de ti y filo que degüella sin percibir pena.

¿A qué esos cristales salinos derramándose en tus ojos?
Aborrezco la faz de quien, cobarde, adolece de ser víctima,
nada hay que me conmueva, al contrario, me deleito,
éxtasis en cada escarlata gota tuya que me escurre por la boca.

En cada estertor, casi cadáver, que me ofrendas moribundo,
feneces, lento, mientras tu desangrar me eleva humo,
toco el cielo y deliro ¡Placer! Como quien degusta un manjar exquisito,
sed...tanta sed, que la eternidad queda reducida a un diminuto universo
donde jamás nadie podrá inundar el abismo infinito de mis desiertas arterias.

Inconmesurable la necesidad de revivir esta escena, noche a noche,
perfecta en su culminación, cuando al fin, tras el clímax que apacigua hambres,
el descanso invita a asaltar tálamos, negros de polvo y años,
para dormir, embriagada, mientras el alba difumina la nocturnidad que me acompaña.

Ahí quedas, carne, alimento para los cuervos,
entrañas obsequiadas a las alimañas que circunvolan mis lares,
osamenta, pasado mañana quebrada y con el devenir de los tiempos...nada.

Ahí, con tus enjugues de lamentos encharcando esa silueta difunta,
sin epitafio, ni tumba, sin voz...y mi ego satisfecho, perverso,
altivo y henchido de orgullo mientras mis labios se relamen,
mueca sublime para la dueña de gesto tan despiadado.

Curvaré las comisuras regalándote media sonrisa,
¿Qué menos y que más puedo darte cuando tu me has dado todo?
O casi todo, porque el silencio y la soledad ya eran viejos compañeros,
pero la sangre, ¡Ah!, eso merece al menos ese deje sonrisoelegante.

No sé, me digo a mí misma sin atinar a pensarme dentro mía,
¿A qué mutan plañidera cuándo la muerte asoma daga?
Ese hipar lloricoso, lacrimarisma que borbotonea en persistencia,
gimoteos plegaria desatados de amargura, hastiantes de tanto pulsar.

¿Acaso me conciben persignándome y en un acto de divina locura,
yo, diablo me transformo en luminaria para enternecerme y ser misericorde?
¿Qué sus maltrechas retinas en episodio final y antes de que caiga el telón,
me perfilan bondad, quizá en un gesto inconsciente, vislumbrándome rescate?

¿Dónde, cuándo, cómo la mano que asesina tendría el extraño don de salvar?
Instinto fecundo y promíscuo de hambre que peca, gustoso, de negra psicopatía,
pues no es sólo la sed la que bulle efervescente dentro en las venas pidiendo sangre,
sino ese gozo, el recrearse en cada uno de los instantes que preceden, conceden, posceden,
la interminable complacencia, deleite que supone ser dueño de vida y muerte.

El trance, obvio, mortalmente doloroso, se prevee en mi creatividad como escultura,
primero el esbozo, mental, conocedora del éxtasis que provoca ser quien porta cincel,
saberse aliada del pánico, amiga perpetua de la osadía que supone creerse un Dios,
propietaria de un alma que inocente o culpable será inmolada para alimentarme.

...y, sigo diciéndome a mi misma sino estaré desvariando de más,
justificar lo injustificable, tal vez todo este soliloquio que planea, ave,
en mi cabeza, no sea más que la duda razonable de quien alguna vez tuvo latido,
quizá resquicios de remordimientos o tan sólo la mano de la soledad acariciando mi cuerpo.

No es fácil acostumbrarse a ser témpano, mármol que levita noctívago,
sin más cobija que la niebla, las penumbras y el ulular de los búhos...
(©Scb) 



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BERTHA PAPPENHEIM :: LOS DEMONIOS DE LA SOLEDAD


De la Histeria y La Injusticia

Bertha Pappenheim fue una de las mujeres más notables e ignoradas del siglo XIX. Atormentada por increíbles patologías, poseedora de un talento y una abnegada sensibilidad, ésta misteriosa Dama vivió y murió en medio de la más amarga tragedia: la de quién pasa por éste tenebroso mundo sin sentir jamás un gesto de ternura.

Los Demonios de la Soledad

Josef Breuer fue el primer médico en tratar su caso con cierto éxito. Recordemos que en aquellos años, los tratamientos contra la histeria eran verdaderas torturas: la morfina, el hidrato de cloral y el cloroformo eran habituales en el tratamiento. Charcot incluso hacía que sus pacientes ingirieran hierro y luego los colgaba del techo con arneses de metal. Éste era el ambiente que reinaba cuando Breuer emprendió el tratamiento de Bertha Pappenheim en Viena, en el año 1880.

La joven tenía veintiún años y sufría de diversos síntomas, todos ellos graves. Breuer la describió cómo: "de una inteligencia notable, que tenía una percepción asombrosamente rápida de las cosas y una intuición notable". Su enfermedad (o histeria, cómo se la llamaba en aquellos años, englobando con el término una enorme cantidad de diferentes patologías), se caracterizaba por síntomas físicos muy llamativos, estados de consciencia oscilantes y crisis nerviosas. Entre la miríada de síntomas físicos que la afectaban, presentaba parálisis parciales en las extremidades y en el cuello, lo que le impedía mover la cabeza y los brazos. Padecía de una tos nerviosa que provocaba ronquera y dificultades para hablar, junto con fuertes migrañas. Sufría pérdida del lenguaje, no podía hablar en alemán, su lengua materna; solía emitir sonidos incomprensibles en los que mezclaba otros cuatro idiomas. Durante cierto tiempo sólo pudo expresarse en inglés.

Padecía de alucinaciones espantosas, en las que veía serpientes negras, que no eran sino sus propios cabellos. En ocasiones describía unos ojos azules que brillaban junto a su lecho, y una voz que la atormentaba con crueles alusiones a su aspecto físico.

Fue tan extraordinario su aporte en el tratamiento, tan aguda su inteligencia, que Breuer la designó cómo la coautora del método catártico. Junto a sus cualidades literarias, mostraba una bondad sin límites. Incluso durante lo más crudo de su enfermedad, solía ayudar en hospitales, hospicios, confortando a pobres y abandonados.

Pero la verdadera tragedia de su vida fue la soledad. Desbordante de vitalidad intelectual, pasaba sus días entre las monótonas actividades de una familia puritana; que nada sabía de su vida interior, ni de sus anhelos, esperanzas e ilusiones. Ella es un claro ejemplo de la desigualdad sufrida por las mujeres. George Eliot, que era el seudónimo que usaba Mary Ann Evans, en la novela Daniel Deronda, capta la esencia de los tormentos de Bertha:

"...tú no eres una mujer, puedes intentarlo, pero nunca podrás imaginar lo que es tener la fuerza del genio de un hombre y, a pesar de ello, sufrir la esclavitud de ser una niña..."

Bertha Pappenheim debe ser vista cómo una persona absolutamente singular: inteligente hasta el punto de rozar la brillantez, creativa, imaginativa, y dueña de una voluntad poderosa.

Además de fundar hospicios para madres solteras, escribió poesía, obras teatrales, artículos periodísticos, y varios escritos polémicos. Vivió muchos años, pero nunca pudo recuperarse del todo. Jamás se casó ni tuvo relaciones íntimas con hombres. Sufrió indecibles horrores mientras las noches solitarias se encadenaban sin solución de continuidad.

No fue una mujer típica de su época, aunque probablemente no hubiese sido típica en ninguna época. Allá por 1911 escribió un poema que refleja claramente lo que pasaba por su alma torturada. La Oscuridad de sus letras es tenue, pero a la vez la considero cómo una mujer que merece ser leída, y una amiga de éste Reino.

El Amor no me alcanzó,
por eso vivo cómo las plantas,
en el sótano, sin Luz.

El Amor no me alcanzó.
Por eso sueno cómo un violín
con un arco roto.

El Amor no me alcanzó.
Por eso me sumerjo en el trabajo
y, castigada, vivo para mis deberes.

El Amor no me alcanzó.
Por eso me gusta pensar que La Muerte
tiene un rostro agradable.

Bertha Pappenheim.



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UN LAMENTO EN EL AMANECER


La imagen de un amante que espera la llegada de su enamorada es tan perturbadora como fascinante. Hay algo horrible en la espera, en ese lento transitar de las horas, en esa ansiedad que se consume en fantasías de toda clase.

Siempre hay una última espera. Llegará el día en que esa persona que sentimos parte de nuestra vida ya no vendrá. En vano observaremos como se diluye el tiempo sin su presencia, como poco a poco nos iremos transformando en el espectro de lo que fuimos, o de lo que debíamos ser. Del otro lado: el Silencio. No hay señales. Ha muerto la esperanza, y con ella nosotros.

Supongo que alguno de ustedes habrá vivido esta sensación, esta espera que siempre concluye con la soledad. Parece que cuanto más amamos y más esperamos, la vida nos devuelve el desprecio más prosaico, esa indiferencia absoluta que lastima nuestro corazón con tanta crueldad que sólo nos deja fuerzas para anhelar el Vacío. Nos juramos entonces que jamás volveremos a sentir, que nadie tendrá el poder de desgarrarnos de este modo, que ya no seremos el capricho o el juguete del amor, que el destino bien puede arder en la podredumbre y el hedor de sus promesas ya que no cederemos.

Nosotros no. Ya no. Nunca más... ¿nunca más?

El porqué de la duda es demasiado sencillo. Los que hemos vivido la espera infructuosa de una dama, sentimos que todavía nos queda una tarea por delante. No lo hacemos por esta egoísta divinidad que parece gobernar el mundo, tampoco por las Musas, el Arte, la Esperanza o la Fortuna: Simplemente sobrevivimos porque quizás en algún sitio hay una mujer que, sin saberlo, sin conocernos, sin que sus sueños y fantasías tengan nuestro rostro, también espera por nosotros.

Para todos aquellos que sufren y esperan por amor. Para los que esperan a alguien en particular y para los otros, que soñamos con la llegada de alguien especial, les dedico este hermoso y triste poema de Wolfgang Goethe. Aquí, una dama realiza una promesa: volver a la habitación de su amado con las primeras luces del día; y él esperará toda la noche, sin perder las esperanzas, aun cuando la cálida habitación se convierta en una fría tumba.

Un Lamento en el Amanecer
Johann Wolfgang Von Goethe (1749-1832)

Oh tú, cruel, mortalmente hermosa doncella,
Dime qué gran pecado he cometido
Para que me hayas atado, escondido,
Dime porqué has roto la solemne promesa.

Fue ayer, sí, ayer, cuando con ternura
Tocaste mi mano, y con dulce acento afirmaste:
Si, vendré, vendré cuando se acerque la mañana,
Envuelta en brumas a tu cuarto llegaré.

Sobre el crepúsculo esperé junto a la puerta sin llave,
Revisé con cuidadoso esmero todas las bisagras
Y me regocijé al comprobar que no gemían.

¡Qué noche de ansias expectantes!
Pues miré, y cada sonido fue esperanza;
Si por casualidad dormité unos breves instantes,
Mi corazón siempre se mantuvo despierto
Para arrancarme del sopor inquieto.

Si, bendecí la noche y al manto de tinieblas
Que con tanta dulzura cubría las cosas;
Disfruté del silencio universal
Mientras escuchaba en la penumbra,
Ya que hasta el mínimo rumor me parecía un signo.

Si ella tiene estos pensamientos, mis pensamientos,
Si ella tiene estos sentimientos, mis sentimientos,
No aguardará el arribo de la mañana
Y con seguridad vendrá hasta mí.

Un pequeño gato saltó en el suelo,
Atrapando a un ratón en un rincón,
Fue ese el único sonido en la habitación,
Jamás anhelé tanto escuchar unos pasos,
Jamás ansié tanto escuchar sus pasos.

Y allí permanecí, y permaneceré siempre,
Ya llegaba el resplandor del amanecer,
Y aquí y allí se oían los primeros movimientos.

¿Es ahí en la puerta? ¿En el umbral de mi puerta?
Acostado en la cama me apoyé sobre el codo,
Mirando fijo la puerta, apenas iluminada,
En caso de que en el silencio se abriera.

Las cortinas se alzaban y caían
En la quieta serenidad del cuarto.

Y el día gris brilló, y brillará siempre,
En la habitación contigua se oyó una puerta,
Como si alguien saliese a ganarse el sustento,
Oí el estrepitoso temblor de los pasos
Cuando las puertas de la ciudad fueron abiertas,
Escuché el alboroto en el mercado, en cada esquina;
Quemándome con la vida, el griterío y la confusión.

En la casa los sonidos iban y venían,
Arriba y abajo de las escaleras,
Las puertas chirriaban,
Se abrían y cerraban,
Y como si fuese algo normal, que todos vivimos,
De mi desgarrada esperanza no brotaron lágrimas.

Finalmente el sol, ese odiado esplendor,
Cayó sobre mis paredes, sobre mis ventanas,
Cubriéndolo todo, apresurándose en el jardín.

No hubo alivio para mi aliento, hirviente de anhelos,
Con la brisa fresca de la mañana,
Y, podría ser, aún sigo allí, esperándote:
Pero no puedo encontrarte bajo los árboles,
Ni en mi sombrío sepulcro en el bosque.

Johann Wolfgang Von Goethe 



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FOTOGRAFIA POST MORTEM


La Fotografía de Difuntos fue una práctica muy extendida en el siglo XIX que básicamente, consistía en vestir a un cadáver recién difunto con sus ropas personales y participarlo de un último retrato grupal, con sus compañeros, familiares, amigos, o retratarlo individualmente. El motivo por el cual -en ese entonces- este tipo de imágenes no eran consideradas morbosas, puede deberse al ideal social que se gestara en la época del Romanticismo. En dicho período se tenía una visión nostálgica de los temas medievales, y se concebía la muerte con un aire mucho más sentimental, llegando algunos a verla como un privilegio.

La Fotografía de difuntos es una práctica que nace casi con la misma fotografía (un 19 de agosto, como hoy, de 1839) en París, Francia, pero luego se extiende rápidamente hacia otros países.

El hecho de fotografiar muertos tiene antecedentes pre-fotográficos en el Renacimiento, donde la técnica era el retrato por medio de la pintura en el llamado memento mori: otra técnica de la época medieval donde se concebía que el fin era inevitable y había que estar preparados.

Los difuntos, por otra parte, eran sujetos ideales para el retrato fotográfico, por los largos tiempos de exposición que requerían las técnicas del siglo XIX. En la toma de daguerrotipo la exposición seguía siendo tan larga que se construían soportes disimulados para sostener la cabeza y el resto de los miembros de la persona que posaba evitando así que ésta se moviera. Las fotografías de difuntos los muestran "cenando" en la misma mesa con sus familiares vivos, o bebés difuntos en sus carros junto a sus padres, en su regazo, o con sus juguetes; abuelos fallecidos con sus trajes elegantes sostenidos por su bastón. A veces, agregaban elementos icónicos -como por ejemplo una rosa con el tallo corto dada vuelta hacia abajo, para señalar la muerte de una persona joven, relojes de mano que mostraban la hora de la muerte, etc.

En el siglo XIX, era una práctica muy común, de hecho en un extracto de "El Nacional", un diario de 1861, se publicaba que el fotógrafo Francisco Rave y su socio José María Aguilar... "Retratan cadáveres a domicilio, a precios acomodados...". Este tipo de publicaciones era la forma en que habitualmente promocionaban sus servicios los fotógrafos en el siglo XIX.

Angelitos era la forma en que en el siglo XIX se conocía a las fotografías post mortem de niños, teniendo en cuenta la gran cantidad de estas por el alto indice de mortalidad infantil de dicha época, dado por los escasos recursos médicos en esos tiempos entre otras cosas. Una familia común sumaban entre 8 y 10 hijos de los cuales solían fallecer la mitad. Tomando en cuenta ese contexto, las fotografías del niño fallecido junto a sus padres y/o hermanos estaban comprensiblemente aceptadas. Según las creencias aqui en Latino América, los rituales religiosos en cuanto a los niños, decían que morían sin pecado original cuando eran bautizados y sin ningún otro pecado en vida, y por lo tanto iban directamente al cielo para convertirse en Angelitos, en cambio, los que no habían sido bautizados eran enterrados con los ojos abiertos para que pudiesen ver la gloria del señor, y, en parte, es de aquí que surge la aceptación de fotografiarlos con los ojos abiertos.

En 1848, Tomas Helsby ofrecía este tipo de retratos al igual que Bartola Luigi con su socio Aldanondo Antonio, que en 1856 instalaron su estudio especializandose en retratos post mortem. Daviette, de nacionalidad francesa, en conjunto con el profesor Furnier ofrecían aqui en Perú entre los años 1844-46, los servicios de fotografías de difuntos en la cual recalcaban con avisos en el diario local la posibilidad de inmortalizar al ser querido. En dichos avisos él mismo se anunciaba como "artista fotogénico" recien llegado de Paris, el cual, se encargaba de "retratar los difuntos como cuadros al oleo".

Actualmente esta práctica ha desaparecido, aunque en ciertas regiones se suele fotografiar a los niños recién nacidos fallecidos. Si bien no es el único género fotográfico que ha sufrido modificaciones sustanciales en el siglo XX (la fotografía de eventos sociales tiene un antes y un después con la aparición del fotoaficionado), la particularidad frente a la fotografía de difuntos es que la sensibilidad contemporánea es totalmente ajena a sus motivaciones y estas fotografías se han convertido en una práctica impensable con un ser querido.

Una de las teorías que tratan de explicar este fenómeno social argumenta se desarrolló en una época en que la fotografía no era habitual ni estaba popularizada como en el presente, de tal modo que mucha gente moría sin haber podido ser retratado en vida. De ahí que muchas familias desearan fotografiar "post mortem" a sus seres queridos para que todo el mundo supiera que esa persona había pertenecido a aquella familia. Después, a lo largo del siglo XX esta práctica se iría paulatinamente abandonando, gracias a la "democratización" de la fotografía; aunque sigue estando presente en ceremonias reales y velatorios de personajes públicos de la sociedad: artistas, políticos, etc. y, con una función diferente, en el ámbito forense.




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LARVAS :: LOS ESPÍRITUS EFÍMEROS


Se llaman "Larvas" a aquellas entidades que los Nigromantes solían evocar. No eran demonios ni elementales, éstos eran más fáciles de convocar y de manejar. Para dominar a estas extrañas formas, era necesario colocarse en un estado excepcional que tiene algo del sueño y de la muerte.
Los grimorios describen a las Larvas como sustancias muertas o moribundas, las cuales pueden llegar a hablar pero sin razonar, como si fuesen reflejos de la mente del evocador. A finales del siglo XIX las Larvas adquirieron nuevos impulsos cuando los teósofos las compararon con ciertos espíritus hindúes. Pero en el imaginario medieval, muy lejano a las revoluciones de la mente oriental, las Larvas se asociaban naturalmente a los muertos.
La tradición medieval creía que el espíritu se disolvía lentamente, evaporándose como una nube de incienso y subiendo hacia las regiones celestes. Pero si el hombre había vivido en el crímen, el espíritu se negaba a abandonar el cadáver; buscaba los objetos de sus pasiones queriendo renovar la vida. Atormenta los sueños de sus familiares, vaga por territorios profanos, bañándose en los vapores de la sangre esparcida por los magos negros, y se arrastra por los sitios en donde disfrutó de los placeres de la vida. El Nigromante sabía todo ésto y lo aprovechaba. Se divertía ante la visión de un espectro que se consumía intentando crearse órganos para vivir. Pero las Larvas tenían una existencia limitada. Muy pronto la naturaleza les aspiraba y les absorbía. Los antiguos vicios se aparecían ante el fantasma, lo perseguían con figuras monstruosas, atacándolo, devorándolo lentamente.
Las Larvas en la antigüedad
Las Larvas también eran conocidas por los etruscos y los romanos. Las consideraban como espíritus malignos, fantasmas de los muertos que no habían encontrado descanso en la tumba; y que debían volver a recorrer el mundo durante las noches para expiar sus crímenes.
Una de las formas que adquiere su maldad es la de adherirse a los pasos de los hombres para arrastrarlos al crimen, aunque también se conformaban con atemorizarlos. Se los conocía también con el nombre de Lemures.
Desde la época de Rómulo se les ofrecían ciertos festivales llamados Lemurias, los días 11, 12 y 13 de mayo, durante las cuales no se celebraban bodas y los templos de las otras deidades estaban cerrados.
Durante estas celebraciones nocturnas se tocaban tambores, con la creencia de que las Larvas temían al ruido, y que al oírlo desaparecían; también se quemaban ciertas semillas en los cementerios, cuyo hedor los alejaba, mientras se pronunciaban determinadas letanías y conjuros.



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MUERTO EN VIDA :: CATALEPSIA


"Intenté gritar y mis labios y mi lengua reseca se movieron convulsivamente, pero ninguna voz me salió de los cavernosos pulmones, que oprimidos como por el peso de una montaña, jadeaban y palpitaban con el corazón en cada inspiración, laboriosa y difícil. El movimiento de las mandíbulas en el esfuerzo por gritar, me mostró que estaban atadas, como se hace con los muertos. Sentí también que yacía sobre una materia dura, y algo parecido me apretaba los costados. Hasta entonces no me había atrevido a mover ningún miembro, pero al fin levanté con violencia mis brazos, que estaban estirados, con las muñecas cruzadas. Chocaron con una materia sólida, que se extendía sobre mi cuerpo a no mas de seis pulgadas de mi cara...""Ya no dudaba de que reposaba al fin, dentro de un ataúd..."

Edwar Allan Poe.

¿Te imaginas que te declaren muerto sin estarlo? ¿Qué sentirías si despertaras y te dieras cuenta de que estás dentro de una tumba?

Ojalá nunca presentaras la Catalepsia... Este fenómeno se define científicamente como el estado nervioso patológico en el que se suspenden las sensaciones y se inmoviliza el cuerpo en cualquier postura, por antinatural e incómoda que resulte. En ella, las personas mantienen el cuerpo en la posición en la cual son colocadas. Esta reacción se suele observar en casos severos de esquizofrenia catatónica, pero también puede ser inducida por el estrés o por cierto tipo de medicamentos.

Desgraciadamente muchas personas han sido confundidas con este tipo de padecimiento y al momento de despertar o más bien, de reaccionar, se dan cuenta que se encuentran sumidas en el mundo de la penumbra, donde la oscuridad es lo único visible, el silencio llora y el aire se termina.

En esta pagina voy a compartirles un caso especial, que mes gustaría que leyeran porque resulta muy interesante y angustioso.

A comienzos de septiembre de este año 2007, un venezolano de nombre Carlos Camejo, de 33 años, sufrió un aparatoso accidente. En el mismo lugar de los hechos, los médicos anunciaron su deceso. 18 horas después regresó de la muerte. Y es que un día después del accidente, a las 12 del mediodía, los galenos encargados de realizarle la autopsia descubrieron que Camejo estaba vivo. Según el informe de medicina legal, los médicos estaban listos para comenzar la autopsia. Cuando preparaban la primera incisión, "notaron que una herida en mi cara sangraba demasiado", relata el joven tras vivir un episodio de catalepsia que por poco le cuesta la vida. "Me suturaron sin anestesia -agrega-. En ese momento, el dolor me despertó y regresé de la muerte".

Carlos había salido a trabajar, como todos los días, en su moto. Unos minutos después recogió a su amigo de nombre Alexander. Desgraciadamente, una camioneta venía muy rápido y al momento en que el motociclista intentó esquivarla, colisionó. El joven quedó tendido e inmóvil en el pavimento. Su compañero, Alexander, sobrevivió al impacto. Se fracturó la rótula de la pierna derecha, pero no perdió el conocimiento. Una decena de ambulancias acudió al lugar. Los paramédicos hicieron su trabajo. Después de revisar los signos vitales determinaron la muerte del conductor de la motocicleta. "Vi cuando un guardia de seguridad hurtó todas las pertenencias de Carlos", contó Alexander. Tras una llamada de la Policía, Tamara Rolón, esposa de la víctima, se desplazó hasta el lugar de la tragedia para identificar el cuerpo de su esposo. Durante dos horas, la Policía realizó la diligencia del levantamiento y trasladó el cuerpo del joven a la morgue.

El 6 de septiembre, a mediodía, Carlos Camejo ingresó a la sede de medicina legal con el certificado de defunción número 5.486. El documento, firmado por un paramédico de Protección Civil de Aragua, ratificaba la muerte del joven tras una colisión en el kilómetro 63 de la autopista regional del centro. Al día siguiente algo extraño sucedió. Mientras Tamara adelantaba las diligencias para sepultar el cuerpo del padre de sus dos hijos, recibió una llamada: '¡su esposo está vivo!', le dijeron. En efecto, después del impacto Carlos sufrió un episodio de catalepsia y lo dieron por muerto. "Mi hermano Miguel Ángel estuvo durante la autopsia. Me cuenta que los médicos estaban listos para abrirme. Sin embargo, primero decidieron analizar un corte que tenía en la cara y suturarlo. Me cosieron sin anestesía y eso me salvó la vida. El insoportable dolor hizo que me despertara", indicó la víctima. A pesar de haber sido suturado en el rostro, Carlos no presenta mayores evidencias físicas del choque. 14 días después de haber regresado de la muerte prepara una demanda contra los paramédicos que lo atendieron. "Los demandaré por el error que casi me cuesta la vida y por hurto. Aprovecharon para robarme descaradamente 600 mil bolívares que llevaba en el bolsillo.

Espero que les haya gustado este relato, pues es en este tipo de casos donde uno se pregunta qué tan delgado es el límite que separa la vida de la muerte, y es extraordinario sin duda alguna que se presenten estos fenómenos.
T
El siguiente vídeo no es apto para sensibles, personas con un mínimo de escrúpulos o hipertensas... Pero como esta pagina es mia y procuro mostrar lo bueno...

Sucede en Brasil, aquí no existe la Catalepsia, son "culturas" indígenas, sin extinguir aún, esas que a veces dicen, son tan enriquecedoras...
...Y TU QUE CREES?



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BRINDO POR TI CON MIS OJOS :: LADY DEL


Ben Jonson (1572-1637) fue uno de los grandes dramaturgos del renacimiento y uno de los mejores poetas ingleses de todos los tiempos. Brinda por mí sólo con los ojos es su poema más conocido y, curiosamente, es el único que jamás escribió. Me explico:

En 1616 Ben Jonson escribió el poema To Celia (A Celia), cuyos versos originales son idénticos al Brinda por mí. Ahora bien, nuestro poema escindió definitivamente su ser alrededor de 1770, cuando un desconocido músico creó una melodía para sus versos. A partir de allí, la cultura popular olvidó que la bella letra de la balada pertenecía a Ben Jonson, y casi sepultó el recuerdo de la ignota Celia.

El Destino, o aquella suma de circunstancias tendenciosamente percibidas, que convenimos en denominar destino, juzgó que no sólo el poema de Jonson debía desdoblarse: La melodía que adornó sus versos fue utilizada luego por Sir Walter Scott para uno de sus poemas, County Guy.

Personalmente, el título original no me gusta, por lo que he decidido, a riesgo de perturbar el espíritu del controvertido Jonson, dejar el nombre que le fue otorgado por los años.

Brinda por mí sólo con los ojos

(Drink to me only with thine eyes, Ben Jonson)
Brinda por mí sólo con los ojos
Y yo haré un brindis con los míos,
O soltaré un beso en la copa,
Y no pediré más vino.
La sed que nace del alma
Reclama un vino divino,
Y aunque pudiese beber el néctar de Jove,
No lo cambiaría por el tuyo.

Una guirnalda de flores te fue enviada,
No tanto para honrarte
Sino para darle la esperanza
de que no se marchitara;
Más sobre ella apenas respiraste
Y la enviaste de nuevo hacia mí;
Desde entonces crece y huele, lo juro,
no a sí misma, sino a .

Ben Jonson.


Brindo por ti, y no solo con los ojos
...Feliz día Lady Del
Gracias por existir y formar parte de mi.

Todo es posible cuando se ama de verdad
Es posible creer en un amor eterno
y yo... Creo en nuestro amor. 



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EL ANIVERSARIO


EL ANIVERSARIO
Aquella noche era especial, y ella lo sabía.
La mesa era un canto a la pulcritud: el cristal y la plata derramaban sus destellos sobre el mantel, el vino aguardaba ansioso en las copas. Ella esperaba, sentada. Las manos, unidas sobre la falda, se frotaban con impaciencia. Miró hacia la ventana. Nada. Ningún paso en el umbral, tan sólo el quejido lastimero de un perro, a lo lejos, en lo profundo de la noche.
El día había comenzado con una actividad febril. Limpió obsesivamente cada rincón de la casa, incluso el sótano, sitio que aborrecía profundamente. De la bodega extrajo la mejor cosecha que poseía. Luego se dedicó a la cocina, dónde pasó largas horas preparando aquel plato que a él siempre le había gustado. Se vistió con sus mejores galas, y frente al espejo deploró el tétrico paso del tiempo. Ya no era joven, y aunque podía decirse que mantenía el encanto de la madurez, ella se veía vieja y decrépita, por lo tanto lo era.
Nada de aquello le molestaba realmente; nunca había sido vanidosa. Lo único que detestaba, y posiblemente lo único que la hacía sentir viva, eran los violentos dolores que solía sentir en el vientre. Se presentaban cotidianamente, al menos en los últimos tiempos, y siempre de noche. La pulsión del dolor era insoportable, la arrebataba con sordos latidos palpitantes en el estómago, cómo si un cuchillo removiese diariamente sus entrañas; más nunca se le oyó emitir un sólo lamento; su cuerpo se doblaba, caía al suelo, y aguardaba.
Pasaron los minutos. El resplandor de las velas jugaba con su rostro. ¿Porqué se demoraba tanto? Miró el reloj, aún no daban las diez. Todavía era temprano, y él siempre había sido puntual. En los treinta aniversarios que habían festejado, él jamás había olvidado la cita. Ésta idea hizo que la alfombra del tiempo se extendiese ante ella. Treinta años, pensó. Trató de recordar el último gesto de cariño que había recibido. ¿Acaso hubo un último? ¿Existe el último beso, la última caricia?
Siempre supo que él era infiel, y aunque su corazón la incitaba a la rebelión, se mantuvo firme en su fachada de buena esposa. Jamás hizo ningún comentario sobre el tema, ni siquiera cuando él retornaba a la madrugada, exudando el aroma del sexo de otra mujer. Todo lo toleró, porque así fue criada. Lentamente fue perdiendo todo lo que la hacía Mujer, es decir, se resignó a no ser deseada.
Sin embargo, algo se agitaba en su interior, algo indefinido, cómo el recuerdo de un sueño...
El débil sonido de unos pasos la arrancaron de sus reflexiones. Alzó la cabeza. Vio la sombra debajo de la puerta, cómo si el visitante no supiese cómo reaccionar ante una puerta cerrada. Ella permaneció en silencio. Finalmente, se oyeron tres golpes sordos, carentes de ritmo.
Adelante...
La puerta crujió como si no hubiese sido abierta desde hacía mucho. La figura dio un paso, tambaleante, la luna alcanzó a derramarse sobre el suelo, las velas palidecieron, una corriente fría atravesó el cuarto. La puerta se cerró, violentamente.
Ella mantenía la mirada en su regazo, sumisa. Él no pronunció palabra, sólo una especie de gruñido entrecortado que parecía indicar cierto cansancio. Ella se puso de pie, y se deslizó en la cocina. Treinta años, pensó; mientras abría la puerta del horno.
Entonces la asaltó una oleada de irrealidad, la bandeja que obsesivamente había preparado no estaba. Miró en torno suyo, la cocina estaba derruida, de las paredes colgaban jirones de un empapelado gris y mohoso, una gruesa capa de polvo cubría el piso, las ventanas estaban tapiadas con tablas de madera, del techo caían pequeñas gotas de humedad, el aire era pestilente, un hedor cadavérico imposible de respirar...
Treinta años, pensó; y una sonrisa se insinuó en su rostro.
Volvió al comedor, allí las cosas mantenían cierta apariencia de realidad. Las velas iluminaban un cuarto limpio y pulcro, la mesa seguía adornada de cristal y plata, el vino aún descansaba en las copas. Y él, sentado, inmóvil, la observaba.
Se sentó con lentitud, alzó la vista, y enfrentó su mirada.
En el otro extremo de la mesa estaba el reflejo de lo que alguna vez fue un ser humano. Aún vestía los restos de un elegante traje, la piel fina y verdosa se adhería a los huesos, las manos, apoyadas sobre el mantel, exhibían unos dedos coronados por largas y negras uñas; el rostro era una masa informe de tejidos vizcosos. Las cuencas vacías miraban estúpidamente hacia adelante. Los labios, carcomidos por los largos años de descomposición, se abrían en una mueca siniestra, revelando unos dientes ambarinos y pútridos. Entonces la figura se movió, sus manos comenzaron a remover los botones de la camisa; la boca se abría en un regocijo silencioso.
Ella lo veía, inmóvil pero sin temor, cómo quien observa una obra largamente conocida. Lo vió debatirse con movimientos torpes. Finalmente, la figura descubrió su vientre, y emitió un quejido espantoso. El estómago del ser parecía carcomido por alguna especie de ácido, las costillas negras y fétidas se cerraban sobre los órganos horriblemente mutilados.
Comenzó a recordar: el aniversario, la cena, el veneno, los gritos, la muerte, la satisfacción.
Mientras el espectro aún balbuceaba su odio, ella evocó con dulzura aquellos recuerdos. Volvió a sentir un placer intenso y macabro mientras en su mente lo veía consumir el veneno, delicadamente disimulado en la comida. Recordó aquel líquido blancuzco que brotó de sus labios, los espasmos irregulares, el retorcerse en el piso clamando por piedad, el último suspiro, la muerte.
Qué importaba la condena? Qué importaba la visita de éste espectro gimiente y patético, qué cada año la visitaba para revivir aquel aniversario? Acaso el placer no superaba al castigo?
Los quejidos de la Figura se transformaron en la parodia de una sonrisa. Ella se dobló, el dolor en el estómago la asaltó, barriéndola hacia la oscuridad. Tirada en el piso, alcanzó a ver dos profundos tajos en sus muñecas. Vio su propia piel reseca, de las heridas ya no brotaba sangre.
Entonces lo comprendió todo: después del veneno, vino el inevitable suicidio, y con él, la eterna repetición del infierno.



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VAMPIRO RESFRIADO :: FULL MOON



Los que disfrutamos leyendo y viendo la saga de las aventuras del joven mago Harry Potter escritos por J.K. Rowling nos damos cuenta que en cada libro y película, la trama se hace cada vez más oscura en lo que se refiere a las muertes y la eterna lucha entre el bien y el mal. lo cual en lo personal lo hace mas atractiva.
Y sin mas preámbulo los dejo aquí con un vídeo que mezcla la música de la banda finlandesa Sonata Arctica con imagen es de nuestro amigo mago y El prisionero de Azkaban que casualmente lleva por nombre Full moon, una canción que de seguro forma parte del soundtrack de mi vida, por el momento mas no por el contenido, que lo disfruten. y suerte en la cacería de esta noche; almas, mujeres, hombres, no existen restricciones ...solo tengan cuidado con tantos virus de influenza que andan sueltos que ya me jodieron la cena.
PD: Nada mejor de tener hoy una luna embrujada, para aprovechar en hacer algún Esbats, para que el influjo de la luna cobre vida.

Sentado en una esquina en completa soledad
mirando fijamente en el fondo de su alma
viendo cómo la noche llega desde la ventana
Todo se desplomará esta noche, la luna llena está aquí de nuevo
En la salud y en la enfermedad, comprendiendo como exigiendo
No tiene nombre, hay una por cada estación Se vuelve loco al saberlo
Huyendo lejos de todo
“Estaré a salvo en los campos de maíz”, piensa perseguido por sí mismo
Otra vez siente la luna asomando en el cielo…
Encuentra un granero donde dormir, pero no puede esconderse mucho más
Alguien está en la puerta, comprensión demasiado exigente ¿Puede estar equivocado?
Es el amor, el que nunca termina volviéndolo loco al saber
Ella no debería cerrar la puerta abierta
(Huye, huye, huye)
La luna llena está en el cielo y él no será un hombre nunca más
Ve los cambios en él pero no puede
(Huye, huye, huye)
ver en lo que se convirtió su hombre… luna llena
Nadando entre los aullidos La noche está gris, tan tranquila hoy
Ella no quiere esperar “Vamos a hacer el amor esta noche completa…”
En la niebla de la mañana, no puede luchar más
Durante cientos de lunas o más ha estado aullando
golpea la puerta y grita que pronto se terminará



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