Me enveneno con efímera esencia,
cianuro de rasgos humanos que aún invaden mis arterias,
esquirlas de unas memorias arrancadas a la vida,
de unos suspiros que jamás regresarán.
Rincones de pálpitos sensibles que duelen en mi eternidad,
la solitud, el lamento, el llanto que nunca jamás volverá,
la luz y su halo invisible recordándome que alguna vez fui mortal,
que alguna vez fui...y que ya nunca amanecerá.
Me retuerzo en la incomprensión de abandonarme a la sed,
de ser sin ser y morir un poco en cada ayer,
en cada lugar donde no he de volver,
en la esquina de los que somos niebla sin alma,
oscuridad pendiente del hilo sangrante de alguna perdida garganta
que, en desesperado grito sucumba para perpetuar mi no-vida.
Y soy...pulso sin corazón,
latente en la entraña de un abismo que no me cobija,
haciendo de mis alas coraza que difumine tinieblas,
bebiéndome tus gemidos como última gota de mi batalla.
Si la esencia de una lágrima me devolviera un resquicio de vida,
si tu llanto hiciera a mi solitud más compasiva.
Y de mi perversidad, lánguida y cruel, aún escapa la duda:
¿Podría llegar a sentir algo aunque mi alma repose muerta en la tumba? (©Scb)
cianuro de rasgos humanos que aún invaden mis arterias,
esquirlas de unas memorias arrancadas a la vida,
de unos suspiros que jamás regresarán.
Rincones de pálpitos sensibles que duelen en mi eternidad,
la solitud, el lamento, el llanto que nunca jamás volverá,
la luz y su halo invisible recordándome que alguna vez fui mortal,
que alguna vez fui...y que ya nunca amanecerá.
Me retuerzo en la incomprensión de abandonarme a la sed,
de ser sin ser y morir un poco en cada ayer,
en cada lugar donde no he de volver,
en la esquina de los que somos niebla sin alma,
oscuridad pendiente del hilo sangrante de alguna perdida garganta
que, en desesperado grito sucumba para perpetuar mi no-vida.
Y soy...pulso sin corazón,
latente en la entraña de un abismo que no me cobija,
haciendo de mis alas coraza que difumine tinieblas,
bebiéndome tus gemidos como última gota de mi batalla.
Si la esencia de una lágrima me devolviera un resquicio de vida,
si tu llanto hiciera a mi solitud más compasiva.
Y de mi perversidad, lánguida y cruel, aún escapa la duda:
¿Podría llegar a sentir algo aunque mi alma repose muerta en la tumba? (©Scb)

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