El vampiro en la edad moderna
Desde comienzos del siglo XVIII las menciones del vampiro pasaron de
las tradiciones populares a las publicaciones periodísticas y eruditas
en Europa, apareciendo descripciones y análisis de casos específicos,
de los cuales el más emblemático es el de un hajduk serbio llamado Arnold Paole que motivó la inquietud de las autoridades del Imperio austrohúngaro hasta el punto que comisionaron sucesivas investigaciones conducidas por médicos militares autriacos que incluyeron la exhumación
y examen de los cadáveres sospechosos. El 13 de febrero (1731), el
padre de uno de los investigadores , el vienés Dr. Johann Friedrich
Glaser, corresponsal del diario Commercium Litterarium de Nüremberg,
remitió al periódico una carta describiendo el caso tal y como se lo
relató su hijo mediante una misiva fechada el 18 de enero. Mas tarde el
médico Johannes Flückinger, quien condujo la segunda investigación,
publicó en Belgrado la obra titulada Visum et Repertum (1732).[30]
Este libro, que circuló con profusión por Europa, popularizó el vocablo
latino vampirus que no se empleaba con normalidad hasta entonces.[31] y junto a la carta de Glaser fueron difundidos, citados y reproducidos en numerosos tratados (Ver El vampiro en la literatura)
y artículos contribuyendo así a la propagación de la creencia en
vampiros entre los europeos cultos. Los errores en estos informes
médicos que dieron origen a la leyenda se explican hoy día por la poca
comprensión que se tenía en la época sobre el proceso de descomposición
de los cadáveres.
Gracias a las novedades que aportaba el llamado Siglo de las Luces,
cuando se vive el triunfo de la razón y el desprestigio de las
supersticiones, se trató de desvirtuar las leyendas sobre vampiros. En
1746 el monje benedictino Dom Augustin Calmet publicó su obra "Dissertations
sur les apparitions des anges, des démons & des esprits et sur les
revenans et vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie & de Silesie
..." con la intención de desacreditar el mito con argumentos cristianos.[1] ; pero ésta con otras obras que nacieron a la sombra de la Ilustración en contra del mito de los vampiros, como la Dissertatione sopra i vampiri (1774) del arzobispo de Florencia Guiseppe Davanzati, sólo consiguieron incrementar aún más la creencia en ellos.

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